Los dos casos
anteriormente nombrados representan escándalos que han traspasado los círculos
científicos, convirtiéndose en debate público por ser dos grandes fraudes
científicos.
El fraude en la ciencia
no es algo nuevo. Siempre ha habido científicos que han engañado, lo que
ocurre, es que detectar el mismo y conseguir que aflore es bastante complicado
debido a la imagen angelical y beatífica que la ciencia posee.
Si bien las
palabra mentiras, deshonestidad, fraude parecen intrínsecamente incompatibles
con la actividad científica, no debemos olvidar que la ciencia la hacen
personas de carne y hueso, y los científicos como seres sociales que son, no
son distintos a los deportistas, políticos, periodistas etc. En la ciencia,
como en cualquier actividad puede darse el fraude y la corrupción
El hombre de Piltdown
El 18 de diciembre de 1912 hubo una
reunión en Burlington House, Piccadilly,
Londres, sede de la Geological Society
de Inglaterra. Dos hombres se dirigieron a la audiencia expectante: Charles
Dawson, secretario de la Sussex Archaeological Society, y Arthur Smith Woodward,
geólogo del British Museum. Anunciaron haber encontrado el cráneo humano más
antiguo jamás desenterrado en la isla. Ello halagaba la vanidad británica,
fuertemente sacudida por el éxito de franceses y alemanes en desenterrar
fósiles antiquísimos. El eslabón perdido era inglés, y consecuentemente
Inglaterra era la cuna de la humanidad.
El espécimen, llamado el hombre de
Piltdown, ocupó un lugar de honor por cuarenta años .
El cráneo de Piltdown, fue considerado
el famoso "eslabón perdido” entre el mono y el hombre, previsto por la
teoría de la evolución: el cráneo de este fósil se caracterizaba como perfectamente
humano, mientras que la mandíbula parecíala de un chimpancé.
En 1953, el British Museum tuvo que
reconocer oficialmente que el "hombre de Piltdown" era una
falsificación: se había combinado un cráneo de hombre moderno con una mandíbula
de orangután y el conjunto había sido cuidadosamente amañado para dar la impresión
de "antiguo".
La falsa calavera de homínido fue
fabricada con el cráneo de un hombre moderno que fue engrosado por una
enfermedad sufrida durante su vida, dándole un aspecto primitivo, y media
mandíbula inferior de un orangután, de la cual fueron removidas partes que
podían descubrir su procedencia, y cuyos dientes habían sido limados para
parecer dientes humanos, y un canino alterado suelto.
Al mismo tiempo se plantaron en el
lugar artefactos antiguos y huesos de mamíferos extintos. En total, se
colocaron 37 piezas de hueso y piedra, cada uno cuidadosamente elegido para un
determinado propósito, cada uno alterado y teñido hasta alcanzar la coloración
de la grava donde se los encontró. Lo que es más, otros diez fragmentos de
huesos humanos y animales fueron preparados y plantados en dos lugares diferentes
de la zona de Piltdown.
En 1953, el antropólogo Joseph S.
Weiner y el anatomista Wilfrid E. Le Gros Clark, ambos de la Universidad de
Oxford, y Kenneth P. Oakley del British Museum of National History, probaron la
falsedad
Se sugería que el autor del fraude
había podido ser el propio Dawson, (conocido ya como simulador), que conocía
perfectamente el terreno, tuvo la oportunidad de plantar los falsos fósiles y
estaba desesperado por fama y reconocimiento por la comunidad científica, y
quería ser miembro de la Royal Society. Fue nominado varias veces desde 1913,
pero siempre sin éxito, hasta que falleció en 1916. Pero él no tenía acceso a las
47 piezas plantadas en los tres sitios de Piltdown, ni tenía suficiente
conocimiento de las varias disciplinas científicas necesarias para producir un
fraude tan exitoso. Necesitaba al menos un cómplice. Un científico con la
preparación necesaria y el acceso al material necesario para la farsa: cráneos
humanos, restos de mamíferos extintos, una mandíbula de mono, y antiguas
herramientas de piedra. El historiador Ian Langham de la Universidad de Sydney
concluyó en 1984 que fue Arthur Keith. Este no había sido sospechado antes, por
haber cubierto cuidadosamente sus huellas. Por ejemplo, simuló estar enfermo en
la época de los descubrimientos. Sin embargo, el análisis de su diario,
publicaciones y cartas dan indicios de que mentía, y que intentó cubrirse en su
diario. Sabiendo que el cráneo era patológicamente engrosado, fue fácilmente
rastreado hasta el Royal College, donde Keith trabajaba, y que tiene la mayor
colección de esqueletos patológicos del Reino Unido.
Parece que Keith tenía dos motivos
para el fraude. Uno era el establecimiento de un concepto particular de la
evolución humana, el otro era simplemente el deseo de avanzar en la carrera y
la ambición. Keith creía que los ancestros humanos tenían cráneos esencialmente
iguales a los actuales, y que el espesor mayor no era importante. Habría
plantado los falsos fósiles para probar su teoría, al ver que las excavaciones
en serio no daban muestras de antiguos cráneos de la forma “correcta” según él.
El otro motivo surge de que de toda la gente involucrada en el affaire,
Keith fue el que más se benefició en su carrera. Desde el comienzo, Keith
aplaudió el “descubrimiento” con gran entusiasmo, llamando al fósil “uno de los
descubrimientos más notables del siglo XX”, uno, quizás no accidentalmente, que
verificaba toda su teoría acerca de los orígenes de la humanidad.
Archaeoraptor liaoningensis
Los dinosaurios
con plumas se consideran formas
de transición
entre dinosaurios clásicos y aves.
Era ya conocido que las aves antiguas como el Archaeopteryx tenían muchas características de reptil, como dientes, y garras en sus dedos,
y muchos años antes se había teorizado que los pájaros descendían de
dinosaurios terópodos.
Archaeopteryx, el primer dinosaurio con plumas o protoave
encontrado fue descubierto en 1861. El espécimen original fue encontrado en las
calizas
de Solnhofen en Alemania meridional, una
destacable y poco común formación geológica conocida por sus
extraordinariamente bien conservados fósiles. Archaeopteryx es una forma
transicional
con características claramente atribuibles a reptiles y a aves por igual
Este
aparente descubrimiento resultó ser otro fraude que no deja en buen lugar a los
paleontólogos. Se llamaba Archaeoraptor liaoningensis, un dinosaurio con alas
que se ganó la portada del National Geographic por ser el supuesto eslabón
perdido entre los dinosaurios y la aves. Fue encontrado en China en los años 90
y tenía un aspecto magnífico: preciosas alas emplumadas y cola de dinosaurio;
toda una fantasía animal.
El nuevo fósil duró poco en el cielo paleontológico. A finales de enero de 2000, la National Geographic Society admitió que el bicho con alas emplumadas y cola de dinosaurio era un engaño, una pieza fraudulenta.
Un escáner demostró que el dinosaurio original era un pequeño carnívoro, el Microraptor zhaoianus, al que se habían trasplantado partes de un ave, denominada Yanornis martini.
El nuevo fósil duró poco en el cielo paleontológico. A finales de enero de 2000, la National Geographic Society admitió que el bicho con alas emplumadas y cola de dinosaurio era un engaño, una pieza fraudulenta.
Un escáner demostró que el dinosaurio original era un pequeño carnívoro, el Microraptor zhaoianus, al que se habían trasplantado partes de un ave, denominada Yanornis martini.
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